Gustavo se estaba
enamorando de su compañera. Trabajaban en una oficina en el centro, con otras
veinte personas mas entre los que había jefes y encargados. Para su mala
suerte, ella era justamente su encargada. Y eso hacia mas difícil el poder
acercarse a ella de otra forma que no fuera lo estrictamente laboral.
Cada día fantaseaba,
imaginando posibles situaciones en la que pudiera hablarle. Siempre había sido
un joven tímido, no muy conversador pero ahora, frente a ella, se sentía mas
acobardado aun. Tal vez por su belleza , su alegría y facilidad de palabra. Y
como si todo esto fuera poco, estaba Manuel. Era el jefe de todos, un tipo
atractivo, dinámico, se llevaba el mundo por delante y parecía interesado en
ella, en Cristina, así se llamaba.
Gustavo, fluctuaba entre decidirse a tomar
alguna iniciativa y deprimirse pensando que no tenía chance, frente a la
competencia de Manuel.
Un día, mientras
esperaban que se copiaran unos documentos, Gustavo le pregunto si le gustaba el
cine.
—Si, me encanta, le contesto
—Y que tipo de películas te gustan?
—Las comedias y las románticas, mas que nada,
pero también de ciencia ficción.
—Ah, a mi también me gustan! Viste que
estrenaron Godzila? Podríamos ir a verla, si te parece...
—Si... podríamos ir, un día.
Y juntando los documentos
se fue a su escritorio.
Era algo, pero no mucho. Se
preguntaba si volver a hablarle de lo mismo al día siguiente- no quería quedar
como un pesado.
La cosa fue que no tuvo
oportunidad de hablarle en los siguientes tres días. El lunes siguiente, cuando iba pasando cerca
del escritorio de Cristina la escucho hablar con otra compañera. Hizo como que
revolvía papeles para demorarse y poder oír lo que hablaban. Cristina le
contaba que el fin de semana había ido con Manuel al cine.
—Creo que me gusta, le dijo, pero no comentes
nada. Es el jefe. Mas vale ir despacio.
—Quedate tranquila que no digo nada, pero vos
seguime contando jajjaja.
Se le vino el mundo a los
pies. Cada día que pasaba sentía que le gustaba más. Era tan hermosa y alegre.
Tendría que empezar a sacarsela de la cabeza. Tal vez buscar a alguna otra
mujer que lo ayudara a olvidar.
Pero no pudo hacerlo. Ni
olvidarla ni salir con otras mujeres. Pasaba los fines de semana en casa,
pensando en ella, o a lo sumo juntandose con amigos.
El tiempo se deslizaba
lento y sus días todos iguales. Unas dos semanas después, recibió una noticia
que lo dejo paralizado, Cristina se estaba despidiendo de todos porque había
conseguido un trabajo mas conveniente
¿Y ahora? Ya no iba a
verla más cada día.
Intentó andar cerca de
donde ella estaba a ver si escuchaba algo. Y lo consiguió. Cristina le contaba
a su compañera que se sentía decepcionada.
—Imaginate. Después que salimos como tres veces me vengo
a enterar de que es casado.
—Pero se ve que lo tiene escondido, porque aquí nunca
comento nada. ¿Y por eso te vas
a otro trabajo?
Y si, no puedo seguir acá, viendolo todos los días. tengo
una bronca!
Haces bien.
Otra vez sintió en el
pecho la presión de la duda. Que hago? La espero a la salida y le digo todo lo
que siento? O le doy un poco de tiempo para que se enfríe todo?
Hoy hace un año que paso
todo esto.
Gustavo esta en la cama
despierto y a su lado esta Cristina, su esposa, dormida. son felices y llevan
una vida sin sobresaltos. Pero no puede dejar de preguntarse que hubiera pasado
si Manuel no fuera casado.
Si a Cristina no le hubiera importado.
Si el no se
hubiera animado a hablarle.
Es feliz, si. Aunque tiene esa rara sensación en el
pecho de ser la segunda opción.
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