Hola

Este año me decidí y empecé a escribir. Lo quiero compartir contigo.

viernes, 30 de mayo de 2014

Imaginación!


La casa

Los niños jugaban esa tarde, al fondo de la casa. Corrían y se perseguían riendo a carcajadas. Sin darse cuenta fueron a dar a los fondos de la casa  vecina. Escucharon voces y se detuvieron para oír mejor. Eran gritos. Se acercaron, y a través de los vidrios rotos, vieron las sombras de un hombre y una mujer. 
 Ella suplicaba o lloraba. Y también se oían golpes.
Se asustaron y resolvieron volver.
Al llegar a casa fueron a contarle enseguida a su madre.
                ¿Acaso no les dije que no fueran a la casa abandonada?
    Pero, mamá ¡no está abandonada! Nosotros los vimos.
    ¡Vayan a hacer los deberes!

Los niños se fueron al cuarto. El abuelo, que había escuchado desde la cocina, se acercó a su hija.
    ¿Qué pasó?
    Nada, los chiquilines, inventando historias.

    Vos no te acordás. Pero hace treinta años, vivía un matrimonio ahí. El marido, celoso, mató a la mujer a golpes. Tu madre, que en paz descanse, siempre me decía que escuchaba voces cuando pasaba por ahí. Y yo nunca le creí.

domingo, 18 de mayo de 2014

Gustavo

Gustavo se estaba enamorando de su compañera. Trabajaban en una oficina en el centro, con otras veinte personas mas entre los que había jefes y encargados. Para su mala suerte, ella era justamente su encargada. Y eso hacia mas difícil el poder acercarse a ella de otra forma que no fuera lo estrictamente laboral.
Cada día fantaseaba, imaginando posibles situaciones en la que pudiera hablarle. Siempre había sido un joven tímido, no muy conversador pero ahora, frente a ella, se sentía mas acobardado aun. Tal vez por su belleza , su alegría y facilidad de palabra. Y como si todo esto fuera poco, estaba Manuel. Era el jefe de todos, un tipo atractivo, dinámico, se llevaba el mundo por delante y parecía interesado en ella, en Cristina, así se llamaba.
 Gustavo, fluctuaba entre decidirse a tomar alguna iniciativa y deprimirse pensando que no tenía chance, frente a la competencia de Manuel.
Un día, mientras esperaban que se copiaran unos documentos, Gustavo le pregunto si le gustaba el cine.
                        —Si, me encanta, le contesto
                        —Y que tipo de películas te gustan?
                        —Las comedias y las románticas, mas que nada, pero también de ciencia ficción.
                        —Ah, a mi también me gustan! Viste que estrenaron Godzila? Podríamos ir a verla, si te parece...
                        —Si... podríamos ir, un día.
Y juntando los documentos se fue a su escritorio.
Era algo, pero no mucho. Se preguntaba si volver a hablarle de lo mismo al día siguiente- no quería quedar como un pesado.
La cosa fue que no tuvo oportunidad de hablarle en los siguientes tres días.  El lunes siguiente, cuando iba pasando cerca del escritorio de Cristina la escucho hablar con otra compañera. Hizo como que revolvía papeles para demorarse y poder oír lo que hablaban. Cristina le contaba que el fin de semana había ido con Manuel al cine.
                        —Creo que me gusta, le dijo, pero no comentes nada. Es el jefe. Mas vale ir despacio.
                        —Quedate tranquila que no digo nada, pero vos seguime contando jajjaja.
Se le vino el mundo a los pies. Cada día que pasaba sentía que le gustaba más. Era tan hermosa y alegre. Tendría que empezar a sacarsela de la cabeza. Tal vez buscar a alguna otra mujer que lo ayudara a olvidar.
Pero no pudo hacerlo. Ni olvidarla ni salir con otras mujeres. Pasaba los fines de semana en casa, pensando en ella, o a lo sumo juntandose con amigos.
El tiempo se deslizaba lento y sus días todos iguales. Unas dos semanas después, recibió una noticia que lo dejo paralizado, Cristina se estaba despidiendo de todos porque había conseguido un trabajo mas conveniente
¿Y ahora? Ya no iba a verla más cada día.
Intentó andar cerca de donde ella estaba a ver si escuchaba algo. Y lo consiguió. Cristina le contaba a su compañera que se sentía decepcionada.
            —Imaginate. Después que salimos como tres veces me vengo a enterar de que es casado.
            —Pero se ve que lo tiene escondido, porque aquí nunca comento nada. ¿Y por eso te vas
a otro trabajo?
            Y si, no puedo seguir acá, viendolo todos los días. tengo una bronca!
            Haces bien.
Otra vez sintió en el pecho la presión de la duda. Que hago? La espero a la salida y le digo todo lo que siento? O le doy un poco de tiempo para que se enfríe todo?
Hoy hace un año que paso todo esto.
Gustavo esta en la cama despierto y a su lado esta Cristina, su esposa, dormida. son felices y llevan una vida sin sobresaltos. Pero no puede dejar de preguntarse que hubiera pasado si Manuel no fuera casado. 
Si a Cristina no le hubiera importado. 
Si el no se hubiera animado a hablarle. 
Es feliz, si. Aunque tiene esa rara sensación en el pecho de ser la segunda opción.


La lenta máquina


sábado, 17 de mayo de 2014

El circo en el pueblo

Esta es una historia real, me la contó mi abuela. Cuando yo tenía diez años vivíamos en un pequeño pueblo del interior. En realidad se trataba de una ciudad, prolija, con sus casas alineadas, pintadas de colores llamativos, las calles limpias y los jardines arreglados. En la misma cuadra  también vivía la familia Ledesma García. Eran buenos vecinos, una familia acomodada, propietarios de un importante comercio de librería y juguetería en el centro mismo de la ciudad frente a la plaza. El matrimonio tenia tres hijos, dos muchachos de veintidos y veinte años y la pequeña María Luisa de diecinueve. Y digo pequeña pues esta chica había nacido con Acondroplasia, el nombre clínico de una condición que todos conocemos como enanismo. Era una chica hermosa, alegre, inteligente, que había terminado el bachillerato con excelentes notas y ahora estudiaba sicología.
La vida cambiaría drásticamente para ellos a partir del día que llego el circo al pueblo. Entraron con un estruendo impresionante, los trailers de los artistas —que eran familias enteras— mas los vagones jaula de los animales. Traían perros caballos, monos y hasta un elefante. Los chiquilines del pueblo estabamos fascinados siguiendo cada movimiento que hacían, mientras se instalaban en un gran predio baldío cerca de las vías del tren. El día de la primera función estaba todo el pueblo presente. Los Ledesma estaban sentados en la misma fila que nosotros, aplaudiendo, felices con el espectáculo. Cuando llego el número de los caballos nos sorprendimos al ver que quien actuaba con ellos era un joven enano de unos 25 años. No pude evitar mirar hacia mi costado donde estaba Maria Luisa que estaba entre sorprendida y feliz. Cuando termino el espectáculo todos los integrantes salieron juntos al ruedo al saludar. Los espectadores aplaudiendo a rabiar, poniéndose de pie y retirándose al mismo tiempo. La familia de María Luisa saliendo y ella un poco más atrás mirando al joven enano. Cuando vio que el también la miraba, acerco su manito a la boca y le soplo un beso, el sorprendido, hizo el movimiento de atrapar el beso en el aire y poner su puño cerrado sobre su corazón.
Que decir que a partir de ese día María Luisa asistía a todas las funciones que el circo dio. Iba sola, su familia ya había visto la función.
Un mes después el circo empezó a desarmar sus instalaciones y al día siguiente se marcharon con el mismo estrépito que cuando llegaron. Y ese mismo día María desapareció. La familia entera se encerró en su casa. La madre lloraba, el padre y los hermanos estaban enojados con la forma como Maria Luisa se había marchado. Los vecinos no nos animábamos a preguntar por ella, para evitarles el enojo y el sufrimiento, pero todos sabíamos que Maria Luisa se había marchado con el circo. Pueblo chico infierno grande, dice el refrán, y es verdad. Pronto supimos que los padres no le perdonaban que hubiera abandonado su carrera universitaria, su futuro acomodado, por seguir a un pobre enano vagabundo pues no tenia ni un lugar fijo donde vivir. Que hubiera cambiado la posibilidad de atender pacientes en un consultorio coqueto, por vivir en un carromato y tener un número corriendo caballos y haciendo acrobacias sobre ellos. A nadie se le ocurrió pensar que ella era joven y que tenía derecho a enamorarse como cualquier persona. Y tampoco nadie pensó que solamente alguien con su misma condición podría ser su pareja.
Pasaron dos meses de aquel funesto día para la familia, cuando llego una postal de Maria Luisa contándoles donde estaban. Les decía lo feliz que era y como esta había sido la mejor decisión que había tomado en su vida. Con el tiempo la familia se fue resignando y cada mes, recibían una postal desde un lugar diferente donde el circo se instalaba y leían todas las novedades que Maria Luisa les contaba. Luego empezaron a llegar fotos y videos. Al fin terminaron por admitir que todo esto había sido lo mejor para ella. Solo cuando me hice adulta y tuve hijos comprendí cabalmente que los hijos no son de nuestra propiedad y que por muchos planes que hagamos, ellos seguirán su camino. Y así está bien.


Sea lo que sea


Informe sobre caricias de Mario Benedetti


domingo, 4 de mayo de 2014

Te transforman


Mi padre, el Rey



Estábamos en medio del campo de batalla los soldados mi padre y yo. Combatíamos ferozmente, la victoria ya era nuestra, el enemigo en retirada, cuando veo pasar una flecha rápida como un rayo, que se clava en el pecho de mi padre. Lo sostengo mientras se doblan sus rodillas, irremediablemente muerto. Se produjo un silencio en mi cabeza. Todo el estruendo de la batalla desapareció, dejándome sumido en el dolor.
Se cumplieron  los rituales funerarios de acuerdo a su condición. Cuando el barco estuvo listo depositaron su cuerpo junto a las ofrendas. El sol caía sobre el horizonte.
Un apretado grupo humano de familiares, soldados y amigos nos encontrábamos de pie en la orilla. El pueblo mirando con dolor, con asombro.
Empujaron la barca. Se deslizó mansamente. El cuerno emitía un sonido grave y prolongado. Los arqueros reales levantaron sus arcos y las flechas fueron encendidas.

Dispararon y la barca toda se convirtió en un incendio que competía con el rojo del atardecer.