.Hacía como dos meses que Carlos y Enrique
no se veían. Se mantenían en contacto por Facebook y por el celular pero por
una razón o la otra no habían encontrado el momento para hacerlo. Hoy se
encontraban en el bar.
—¡Carlitos,
tanto tiempo! Sentate. ¿Qué tomás?
—¡Henry, que
alegría! Un café.
—¡Al fin nos
vemos, che!
—Si, de veras.
¿Andas bien?
—Si. Re bien.
¿Vos?
—Si, bien.
Tranqui. Ya sé que de amores andas bien.
—Si. Por suerte.
Marina es bárbara. La verdad estoy re contento. Al fin la vas a conocer personalmente.
—¡En serio. Que
vergüenza que todavía no la conozco! Solo por tus cuentos. Es tremenda piba,
¿no?
—Calláte, que
ayer haciendo cola en la Intendencia para un trámite, me pongo a conversar
con una morocha. No te voy a decir a decir que es una modelo de tapa de
revista, pero tiene una belleza tranqui y parece linda persona también.
—¡Mirá que bien!
¿Y quedaron en algo?
—Si. La invité a
tomar un café el fin de semana. No me quiso dar su número, me pidió el mío y me
dijo que ella me llamaba de noche para confirmar. Yo le di el número y me
dije¡ta, no me va a llamar nada! Pero a eso de las nueve, me llamó y quedamos
para el viernes.
—¡Que bueno,
ojala todo salga bien! Así después podemos salir juntos los cuatro —dijo
riéndose.
—¡Si, buenísimo!
Enrique, —mirando por encima del hombro de
Carlos— ve que entra Marina.
—¡Mirá, ya
llegó!
Ella buscando con la mirada entre todas las
mesas, el bar estaba lleno de gente. Carlos se da vuelta y ve espantado que
Marina es la mujer con la que habló ayer. Se atora con el café y empieza a
toser ruidosamente. Enrique moviendo el brazo en alto y riéndose. Carlos
tratando de pensar a mil por hora: (¿Qué hago, voy al baño y gano tiempo?).
Demasiado tarde. Marina ya estaba al lado de la mesa.
—Carlitos, esta
es Marina, mi novia.
—¡Mucho gusto!
—¡Encantada de
conocerte! Henry me habló mucho de ti. Se la veía tranquila, sonriente.
Carlos se preguntaba: (¿estará loca o se
hace la viva?).
—Mari, ¿sabés
que Carlos está enamorado? —Riéndose— parece que encontró la horma de su zapato.
—¡Ah, que bien!
—Según Carlos no
es una gran belleza, pero está linda. —Divertido y riéndose.
—¡Ah…!, ¿no es
muy linda? —Respondió Marina mirándolo de frente y mostrándose risueña.
—No, no —contestó Carlos— ¡es muy
linda, si! —Poniéndose de pie— bueno, me
tengo que ir, ustedes tienen mucho para conversar.
—¿En serio, te
vas ya?
—Si, si, nos
hablamos, ¿eh?
—Dale, nos
hablamos —Y se fue pensando, (¿y ahora, como sigue esto?).
No hay comentarios:
Publicar un comentario